Cuando los padres tienen actitudes de angustia, depresión o iras exageradas enseñan a sus hijos que hay situaciones terribles, catastróficas, insoportables, pero con frecuencia se trata de situaciones normales como la ruptura de un objeto valioso, la pérdida de un familiar querido, que nos conviene aceptar con dolor sí, pero con humildad y resignación, porque no podemos vivir sin dolor y sin perdidas que son fases que todo ser humano tiene que atravesar en la vida.
A nuestros hijos les conviene aprender que la vida tiene muchos momentos y situaciones muy desagradables e inconvenientes, que no son insoportables, sino parte natural de la vida, de tal manera que si aprendemos a 1.Prevenirlos 2. Enfrentarlos 3. Dejarlos pasar y 4. Adaptarnos a ellos, según el caso, nos haremos menos daño que si vivimos quejándonos de por vida por lo ocurrido.
A todos nos toca vivir situaciones extremadamente desagradables en uno u otro campo de la vida, y necesitamos tomarlo con madurez, aceptándolos como parte natural del desarrollo. Que la vida tiene momentos bellísimos y momentos muy desagradables, que vivimos ganando y perdiendo, que al llegar a la vejez vamos perdiendo capacidades y que algún día perderemos hasta la vida misma.
Vale la pena esta experiencia única, irrepetible, fantástica como es estar vivo disfrutar de las cosas pequeñas y sencillas de cada día, disfrutar de hacer una amistad sincera, del amor de la familia, del amor de Dios, de las millones de cosas simples y maravillosas que Dios ha hecho y que sólo podemos disfrutarlas estando vivos.
Existen ansiedades y depresiones originadas en las malas experiencias y otras originadas en problemas en la química de nuestros neurotransmisores y receptores cerebrales. Para las primeras existe la psicoterapia en la que aprendemos a interpretar las situaciones dañinas como oportunidades para aprender, fortalecernos y flexibilizarnos, aprender a interpretarlas de modo más útil.
Para las ansiedades y depresiones originadas en la química de nuestro cerebro contamos con medicamentos muy útiles, aunque algunos de ellos sólo hacen efecto después de algún tiempo de medicación continua. La mayoría de los pacientes presentan depresiones en que se combinan los dos orígenes: malas experiencias y predisposición biológica a la ansiedad y la depresión, por lo que ambos recursos terapéuticos son importantes.
Es fundamental estar alerta ante los cambios de conducta del adolescente y acudir de inmediato a un especialista para iniciar un tratamiento con énfasis en eliminar los pensamientos suicidas, es decir trabajar mucho con las interpretaciones, esto es la psicoterapia, entre ellas una de las más efectivas es la “Terapia Cognitiva Conductual “. Si se requiere, además usar la farmacoterapia para evitar que se hagan daño.